En la mesa estábamos José Elgarresta, Pablo Méndez y yo.
DE IZQUIERDA A DERECHA: JOSÉ ELGARRESTA, DAVID MINAYO Y PABLO MÉNDEZ. FOTOGRAFÍA DE JOSÉ POSE. 29 DE OCTUBRE DE 2015.
SOPORTAR LA NOCHE
TEXTO DE LA PRESENTACIÓN DE JOSÉ ELGARRESTA
Gran título para un gran libro, este “Soportar la noche” que
es el equivalente poético del acto de soportar la duda existencial por el
hombre durante toda su vida. Una vida entendida como una representación en que
cada uno intenta reconocerse en el personaje que le ha tocado representar, sin
conseguirlo nunca. Una vida entendida también como un intento de humanizar el
cosmos para hacerlo comprensible, de tal forma que pudiéramos sentirnos uno en
él y comprendernos “con solo mirarnos”.
Sin embargo, es obvio que para David éstas son metas
imposibles y nada más ilustrativo a este respecto que la afirmación contenida
en el poema sintomáticamente titulado “Siglo XXl”: ante los avances científicos
Dios se pregunta maravillado “si acaso existe”. ¿Cabe mayor ironía que ésta,
dirigida simultáneamente a ambos, Dios y ciencia, y dejando entre ellos,
desvalido, al hombre?
Pero este planteamiento se extiende al territorio del amor,
concebido como una posibilidad de salvación que, no obstante, suele terminar en
un desastre, en el cual el único gesto que permanece en la retina de los
amantes es el olvido.
El hombre entonces es un ser que por puro instinto de
supervivencia vaga desorientado, sin saber hacia dónde. Es consciente de que se
miente a sí mismo, pero ¿qué importa si, como dice en otro poema, “es
indispensable que rompas tu corazón cada cierto tiempo, que nunca te permitas
ser feliz”?
Está claro que la vida humana se transforma en una obra de
teatro, en el transcurso de la cual tienen lugar escenas claramente
surrealistas, como la descrita en la página 67, en la cual un empleado de
correos no quería entregar al poeta un libro enviado por el autor de estas
líneas, dando lugar a un episodio de anomia que refleja la soledad del hombre a lo largo de su existencia. No importa quien
tenemos delante, sino las normas o las órdenes “de arriba”. Vivimos en un mundo
que nos es ajeno.
En esta tesitura, intentamos agarrarnos a los recuerdos, que
ya son pasado y como tal David los califica de basura, dada su incapacidad para
aportarnos alguna mejora en el presente. El yo que fuimos ya no nos puede
satisfacer. La búsqueda continúa.
¡Búsqueda! Esta es la palabra clave de este libro. Una
búsqueda entre tinieblas. ¡La vida es sueño! dijo Calderón y David matiza este
pensamiento:
“Si acaso creíste que había esperanza…
o simplemente cerraste los ojos
y aún te preguntas
cuándo podrás despertar”.
La respuesta es nunca y por ello la comunicación con los
otros queda reducida a un reflejo: una extraña costumbre de hablar sin esperar
no ya una respuesta, sino ni siquiera que el interlocutor escuche.
Y así llegamos al último poema, que resume magistralmente
este libro, tan entrañable como desesperado: el intento del náufrago de
encontrar otra mano cuando, asido a un tablón en mitad del océano, está a punto
de ahogarse:
“Soy el testamento de quien fundó esta página…
No me olvides”.
No lo olvides, lector, no lo olvides nunca.
JOSÉ ELGARRESTA, 29 de octubre de 2015.
Soportar la noche ya está en marcha.