A principios de 2011 escribí un poema inspirado por un sueño sobre el Berlín de 1945. Gracias a Fernando López Guisado, poeta y gran amigo, hace unos días conseguí darle a la composición ese toque que se venía resistiendo y que no me permitía estar conforme.
Creo que la mejor manera de empezar este Blog es compartiendo Berlín, y agradeciendo a Fernando su gran ayuda, su apoyo y su amistad.
Abril
del cuarenta y cinco.
Un
niño corre por las calles de Berlín.
Le
persigue la muerte
atornillada
a la culata de un Tokarev.
Al
doblar una esquina
tropieza
con el cuerpo de una princesa.
Los
zapatos le huelen a sangre.
La
camisa me apesta a sudor.
No
recuerdo el punto de partida.
No
me importan las balas ni los porqués.
Sus
ojos se apoyan en el cadáver
de
la forma en que busca un poema
su
instante perdido.
La
ciudad es un esqueleto rodeado de alimañas,
un
callejón sin salida.
Despacio,
como el amante inadvertido,
se
arrodilla junto a ella, coge sus manos
y
pienso:
«la
vida, como el amor,
merece
un final distinguido».
Llegan
los soldados: él no se mueve.
No
le importan las balas ni los porqués.
No
recuerda la cara de sus padres,
el
niño que era, el punto de partida.
Igual
que un árbol apagando sus llamas
en
aire caliente,
se
pierde en el cuello de la muchacha.
Los
rifles, colmillos de Stalin,
escupen
su muerte y olvidan
que
fueron humanos.
El
grito de una sirena incendia la habitación.
Apago
el televisor. Me rindo
al
oscuro placer de estar solo.
Al
final del trayecto guarda el pasillo
su
vieja emboscada.
Berlín
lleva muerto más de sesenta años.
Tú
y yo
Muchas gracias por el piropo!! :D El poema es una apsada. Eres un gran poeta, David. Dentro de nada te veré en sitios que ni te imaginas, publicando y ganando premios. Y seré muy feliz por ello.
ResponderEliminarTú sí que eres grande, amigo Fernando. Un abrazo muy fuerte
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