Me encanta pasear por las librerías como quien ronda el escaparate de una tienda de moda; detenerme frente a las estanterías, probarme los libros —con la ilusión de quien comprueba una talla— y llevarme puesto el que mejor me quede en ese momento —a veces, con el tiempo, uno engorda de ideas y ya no le caben las mismas estrofas—.
No hace mucho, en la Casa del Libro, tuve la suerte de encontrarme con uno de esos poemarios que parecen hechos a medida —de la mente inquieta, del soñador, del viajero—: «La letra perdida», del gran Fernando López Guisado. Al abrir sus oscuras tapas me encontré versos como estos:
«Aquél que quiera de mí debe buscar
este caserón bajo el confín del mundo,
este mar bajo la lluvia,
esta tierra escarpada de los gigantes dormidos.
Por eso me refugié entre pleamares de coco:
para firmar el océano en la lentitud,
reflejarme en las banderas de mujeres olvidadas
y en las rocas moldeadas por la espuma.
Vine para quedarme.
Vine para no venir.»
Podéis encontrarlo en Ediciones Vitruvio.
Muchas gracias por esta bella entrada llena de amistad.
ResponderEliminarGracias a ti por tus versos
ResponderEliminar