HITLER MASTURBATING. Salvador Dalí, 1973
LA MIRADA DE HORACE GREASLEY
Está
callada la tarde.
Están
los cuerpos dispuestos.
Están
los huesos quebrados
y
los puños
vacíos.
Está
ordenada la fila.
Están
los gestos caídos.
Está
la rabia sujeta
sobre
los pechos
desnudos.
Todos
se inclinan.
Pasea
el diablo su firme arrogancia
detrás
de la verja.
Todos
se cubren
menos
uno.
El
cazador
de
pronto confuso
detiene
su paso,
olvida
su enfoque
y
por un instante
le
cubre un ligero
temor
los ojos:
Podrás
encerrar al hombre —piensa—
pero
nunca podrás enjaular
su mirada.
El
diablo sonríe —forzadamente—
y
continúa el paso
como
si nunca se hubiera cruzado
con
Horace Greasley.
DAVID MINAYO, 2013
HEINRICH HIMMLER (izquierda) y HORACE GREASLEY (derecha)
Tu verso, plagado de vida inquieta, atrapa y embelesa, entre delicadas sensaciones de placer. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Mari Carmen, por el comentario y pasar por aquí. Esta es tu casa; un abrazo.
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