Leer
a Gamoneda. Escuchar la luz
con
la turgencia de los árboles.
Volver
sobre esa causa
que
reestructura la memoria,
reescribe
un pasadizo en el amor.
Esa
sílaba fugaz,
lo
que ocupa
los
tañidos en la aurora.
Fuego
o
mano que arde al tiempo,
por
el tiempo y hacia ella.
Mira
cómo cambia la derrota.
Los
punzantes cuchillos son las hojas de la fiebre,
el
destino en humedad rasante,
la
abierta transparencia,
claridad
ardiendo.
José-Miguel
Ullán dijo que el mayor enemigo de una palabra
es
otra palabra.
Pero
qué enemigo, si ahora está tu mano
junto
a los juncos del corazón,
los
ríos en bonanza.
Y
amas esa tinta
para
mirar tan sólo la belleza,
la
ebriedad de la luz.
Olga
Orozco se pasó todo el poema
buscando
el talismán. Toda la vida,
toda
la carne.
Quevedo
escuchaba
con
sus ojos a los muertos,
miró
los muros de la patria.
Mas
qué patria, qué desmoronamiento de raíces
para
el beso que destruye,
para
el guardar el don.
Rilke
amaba
la
locura de la noche,
fue
liturgia en el desdén
y
en el vacío, fue condena
y
hondura de celebraciones.
Lorca
escupió
caballos
azules en la madrugada,
al
llegar el alba, al nacer
la
muerte.
Juan
Ramón fue circundando
los
abismos.
Hölderlin
no tuvo
descendencia.
El canto
único.
La luz que nace.
Y
ahora miro
la
celeste habitación,
su
sorda despedida.
Estas
calles que no pueden
alejarse,
crepitar
en
llamaradas, meterse
al
fondo del verano. Y ocupar ya sólo
sus
rincones.
LUIS LLORENTE
Fusión es la lección, pleAMAR que al viento orea el desaliento, para llevar y traer los pensamientos, multiplicando la palabra a la máxima potencia cuando se aLEA en la mAREA filosofía con experiencia. Maridaje de concepción, que fertiliza la acción de una fracción y reacciona en suma, do se confunde vida y alma, esencia y destino, poesía o el aire que respiro. Pol Ze Nit
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