jueves, 2 de julio de 2015

UN POEMA DE LUIS LLORENTE





Leer a Gamoneda. Escuchar la luz
con la turgencia de los árboles.

Volver sobre esa causa
que reestructura la memoria,
reescribe un pasadizo en el amor.

Esa sílaba fugaz,
lo que ocupa
los tañidos en la aurora.

Fuego
o mano que arde al tiempo,
por el tiempo y hacia ella.

Mira cómo cambia la derrota.

Los punzantes cuchillos son las hojas de la fiebre,
el destino en humedad rasante,
la abierta transparencia,
claridad ardiendo.

José-Miguel Ullán dijo que el mayor enemigo de una palabra
es otra palabra.

Pero qué enemigo, si ahora está tu mano
junto a los juncos del corazón,
los ríos en bonanza.

Y amas esa tinta
para mirar tan sólo la belleza,
la ebriedad de la luz.

Olga Orozco se pasó todo el poema
buscando el talismán. Toda la vida,
toda la carne.

Quevedo escuchaba
con sus ojos a los muertos,
miró los muros de la patria.

Mas qué patria, qué desmoronamiento de raíces
para el beso que destruye,
para el guardar el don.

Rilke amaba
la locura de la noche,
fue liturgia en el desdén
y en el vacío, fue condena
y hondura de celebraciones.

Lorca escupió
caballos azules en la madrugada,
al llegar el alba, al nacer
la muerte.

Juan Ramón fue circundando
los abismos.

Hölderlin no tuvo
descendencia. El canto
único. La luz que nace.

Y ahora miro
la celeste habitación,
su sorda despedida.
Estas calles que no pueden
alejarse, crepitar
en llamaradas, meterse
al fondo del verano. Y ocupar ya sólo
sus rincones.

LUIS LLORENTE


1 comentario:

  1. Fusión es la lección, pleAMAR que al viento orea el desaliento, para llevar y traer los pensamientos, multiplicando la palabra a la máxima potencia cuando se aLEA en la mAREA filosofía con experiencia. Maridaje de concepción, que fertiliza la acción de una fracción y reacciona en suma, do se confunde vida y alma, esencia y destino, poesía o el aire que respiro. Pol Ze Nit

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