Harakiri, muerte de un samurái. Takashi Miike
Para Fernando López
Guisado
El
policía se enfrenta a la sien:
empuja
su dedo
como
quien busca el sabor
amargo
a cianuro.
La
gente de a pie
no
se complica:
prepara
un nudo y busca el árbol.
Hay
mil formas de hacerlo.
El
perezoso elige inundar su bañera
con
la cuchilla afilada.
El
inquieto se lanza al vacío
aprovechando
el trayecto
para
volar
y
arrepentirse.
El
samurái
—con
su estricto código ético—
apura
un trago de sake,
compone
un zeppitsu
y
atraviesa su vientre.
Lo
importante es escapar.
Sin
embargo
hay
quien no necesita un arma,
quien
no precisa un nudo,
llenar
la bañera, abrir la ventana
o
empuñar
el
temeroso filo
de
una daga.
El
suicidio del poetaconsiste
en
observar su mundo,
cerrar
los ojos
y
dejar de escribir.
DAVID MINAYO, Soportar la noche (Ediciones Vitruvio, 2015)
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